DE LO PÚBLICO Y NUESTRA UNIVERSIDAD
Palabras del Rector Ceremonia de graduación 12 de Octubre
12/10/2018
(Ceremonia de graduación. Universidad de Caldas, octubre 12 de 2018)
No es un tema menor la situación por la que atraviesan las universidades públicas en Colombia, y aunque hoy es un día de celebración para Ustedes y sus familias, no podemos desconocer que nos hemos formado en un sistema de educación pública.
Ha quedado demostrado que las necesidades financieras de las universidades e institutos de formación técnica y tecnológica del país son mayores a lo ofrecido por el gobierno, razón por la cual no se han calmado las aguas en el sector educativo, al que ya se han sumado otros sectores para pedir lo justo.
Mientras que los estamentos estudiantil y profesoral se han organizado dando muestras de lo que son capaces cuando están unidos, el gobierno aún no da muestras claras y concretas de buscar una solución que nos deje a todos satisfechos y más que ello, con la certeza que hemos logrado soluciones de fondo que nos permitan de una vez por todas responderle a la sociedad con las demandas que tiene en cuanto a la formación en educación superior de sus ciudadanos.
Revisando la propuesta del plan de desarrollo para el sector de la educación en Colombia, no se indica claramente que vaya a haber una transferencia de los recursos que requiere la educación superior para cumplir su misión fundamental, formar personas como ciudadanos íntegros al servicio del país y la sociedad.
En el año de 1992, el gobierno del momento quiso enviar un salvavidas para las universidades con una Ley nacional, la Ley 30 de 1992. No obstante, no se contaba con los recursos suficientes para la implementación de dicha Ley y esto nos ha llevado a una desfinanciación paulatina en las universidades. Nos hemos financiado con una base que es el IPC, pero las universidades públicas han venido creciendo a un ritmo mayor que el indicador mencionado. Hoy entonces tenemos la obligación de atender una demanda que claramente es diferente a la observada en los años 90. Mientras que en 1993 teníamos 160 mil estudiantes, hoy fácilmente sobrepasamos 600 mil en el sistema de educación superior pública colombiano.
La invitación que les hago es a no mantenerse como un actor pasivo frente a esta situación y al hecho de haber egresado de una universidad pública colombiana. Hay que defender nuestra universidad pública, mantenerla como tal y respaldar la movilización nacional en la búsqueda de esa universidad soñada. Quería llamar la atención de Ustedes en este momento con respecto a esta realidad que vivimos y a la que, repito, no debemos ser indolentes.
En el año 2018 se celebran 100 y 50 años de dos eventos históricos que han marcado la evolución de la educación superior en Latinoamérica. En Argentina en junio de 1918, la Federación Universitaria de Córdoba se alza en contra de la dominación monárquica y monástica en las universidades, demandan una mayor participación democrática en la toma de las decisiones universitarias. Reformas que posteriormente alcanzaron otras universidades en Argentina y el resto del continente. Digamos que los resultados se lograron como respuesta a la movilización estudiantil, que no dejó de ocurrir en medio de violentas batallas entre la policía, los reformistas y grupos católicos.
Cincuenta años después en México, ocurre algo similar pero con resultados peores que los ocurridos en Córdoba, todo también por la defensa de los ideales universitarios. Solamente que esta vez son muchos los muertos que la universidad debe llorar y que todavía hoy recordamos y lamentamos. En la UNAM hervían los ideales, donde el objetivo de todos era “Dejar un México mejor a mis nietos”. Octavio Paz diría que en la UNAM hervían los sesos.
Al igual que el movimiento de Córdoba, los estudiantes estaban luchando por reivindicaciones económicas y académicas. Solamente que en este caso el presidente del momento, Gustavo Díaz Ordaz, criminalizó la protesta que culminó con la masacre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco en octubre de 1968.
Fueron manifestaciones históricas, apoteósicas si así las queremos llamar. Así podríamos también llamar a las manifestaciones vividas en las principales ciudades colombianas el pasado 10 de octubre. Pero acá debo detenerme y felicitar a todos los estudiantes, profesores y ciudadanos que participaron en las marchas por haber demostrado un comportamiento ejemplar, por haber demostrado que la protesta se puede llevar a cabo sin vandalismo, en forma pacífica, respetuosa y demostrando que en paz también se pueden alcanzar logros en beneficio de la universidad pública colombiana.
Quisiera traer a esta celebración las palabras de Octavio Paz que quedaran escritas en el ensayo “Los partidos en la universidad”:
“Sus profesores representan el saber, la técnica y algo más precioso aún: la memoria, la continuidad de la cultura mexicana. Sus estudiantes son los hijos de la burguesía y la clase media: lo que ocurra mañana en México será, en buena parte, obra suya.”
Sea este un momento de celebración y júbilo para Ustedes, pero que a 100 años de Córdoba y 50 de Tlatelolco podamos recordar nombres como Deodoro Roca, Ernesto Garzón, Horacio Valdés, Gumersindo Sayago, Jorge Basante, Carolina Pérez Cicero, Félix Lucio Hernández, Margarita Isabel, Guillermo Haro, Julián Acevedo, Marcelino Perelló, Luis González Sánchez, Jesús Romero . . . y tantos otros que haría la lista interminable. Ellos dejaron la piel por el ideal de una universidad mejor.
Considero que la movilización estudiantil de 2018 en Colombia, será la que en muy buena medida marque lo que ocurra el día de mañana con la educación superior en el país. Ya el gobierno ha empezado a escuchar este clamor y esperamos que dé muestras claras de prestar atención a nuestros estudiantes.
La esencia hoy es la graduación de Ustedes. Considero este acto como uno de los de mayor solemnidad en las universidades, el otorgamiento de un grado que en algunos casos será el preámbulo de otros más y en el caso de otros, la continuación de la búsqueda de una excelencia académica que no debe terminar allí.
No quiero dejar pasar este momento para expresarles mi deseo porque ese espíritu aguerrido y luchador por ideales de universidad, perdure y no se termine una vez Ustedes dejen las aulas de nuestra Universidad. Somos todos quienes hemos sido educados por un sistema universitario público quienes debemos defender la esencia de lo que significa “universidad pública” en el proceso formativo de nuestros jóvenes. Defensa que puede hacerse desde el lado de la NO violencia, como lo han demostrado ejemplarmente cientos de miles de jóvenes colombianos comprometidos con la defensa de lo público.
Espero que no se les olvide jamás donde se han formado como profesionales y porqué no decirlo, como personas de bien para una sociedad que los acoge de la mejor manera. No olvidándose nuestro origen formativo, nos llevará a un mayor compromiso con la defensa de la universidad pública como lo han demostrado todos los colombianos que nos acompañaron a marchar esta semana.
Por favor no piensen que nuestro discurso de graduación es un llamado al pesimismo, por el contrario, es la mejor forma de felicitarlos por haber querido desarrollar parte de su proyecto de vida en una universidad pública. La Universidad de Caldas los ha acogido en los últimos cuatro, cinco o más años de su vida para entregarles lo mejor de sí misma para que Ustedes sean ciudadanos comprometidos con ideales de paz y democracia. Pero, lo más importante, para demostrarle a Colombia entera que invertir en la educación pública es la mejor forma de mantener un país lejos del atraso y el subdesarrollo, y cada vez más comprometido con el desarrollo de sus regiones.
Quisiera terminar con unas palabras de la escritora mexicana Elena Poniatowska en memoria de los estudiantes caídos en defensa de la universidad en México en 1968:
“¿Cómo podía ser moderno y justo y ejemplar el país (que Gustavo Díaz Ordaz quería presentar al extranjero el 12 de octubre, día de la inauguración de las Olimpíadas) si acribilló a sus estudiantes?”
Que no se nos olviden sus luchas,
Que su caída no haya sido en vano,
Que sus ideales perduren hoy y siempre, y
Que su legado sea el ejemplo para lograr en Colombia una educación superior pública que reciba del estado los recursos suficientes para lograr ciudadanos mejor educados y comprometidos con sus ideales de país.
Reciban en nombre de toda la comunidad universitaria y en el mío propio, un sincero saludo de felicitación por el logro que alcanzan en el día de hoy, y que sea además un motivo de orgullo para Ustedes el poder decir mañana: “Soy egresado de una universidad pública”.
ALEJANDRO CEBALLOS MARQUEZ