Imagen representativa del contexto temático del cuento «Curiosidad»
Recientemente, el investigador emérito de MinCiencias -Colombia- y creador del Doctorado en Ciencias Biomédicas de la Universidad de Caldas, Carlos Augusto González Correa, fue seleccionado, con un cuento de su autoría, para continuar en el concurso literario Macondos del Siglo XXI, convocado por la Fundación Universidad Hispana, de Perú.
Su cuento “Curiosidad”, que describe las afugias de un adolescente del siglo pasado en su despertar a la vida, fue uno de los 50 seleccionados entre más de 200 propuestas literarias para seguir en concurso.
La Oficina de Prensa conversó con él acerca de su gusto y habilidad con las letras y de cómo los integra a su quehacer investigativo y científico.
Oficina de Prensa: ¿qué ha significado para usted este hábito de sentarse a escribir una historia, de manera paralela a su vida corriente?
Carlos Augusto González: Un PhD (doctor) es, por excelencia, un escritor. La formación doctoral forja a un escritor de ciencia, como bien lo define Gerard Piel: “sin la publicación, la ciencia está muerta”. Ese es, precisamente, el lema que por mi iniciativa se le adjudicó al programa doctoral en Ciencias Biomédicas, acompañado, claro está, de ilustres docentes de la Universidad de Caldas y de otras universidades de la región. Ahora bien, cambiar de género literario (de científico a ficción) es un poco complicado, pero, a la vez, divertido. Escribir ficción es un acto de catarsis suprema. Hasta el momento, solo he escrito 12 cuentos, los cuales espero ver publicados antes de mi extracción de Gaia (nuestro pobre y agonizante planeta). Próximamente, espero sumergirme en una novela, la cual espero escribir, conjuntamente, con una prima fraterna.
Oficina de Prensa: Hablemos de “Curiosidad”, su último cuento con el que fue seleccionado en este riguroso concurso literario. ¿Qué se describe allí?
C.A.G: El cuento describe las afugias del despertar a la vida y, en especial, a la libido, de un adolescente del siglo pasado y su angustia frente al mundo. En realidad, los doce cuentos forman un conjunto, en el cual se describe el paso por la tierra de un ser extra galáctico, bajo la forma de una pesadilla. Es, hasta cierto punto, hacer eco de esa especie de alegoría que cita García Márquez del escritor HG Wells, en cuanto que la tierra podría ser el infierno de los demás planetas.
Oficina de Prensa: ¿por qué considera que su cuento ocupó un lugar privilegiado en este concurso internacional?
C.A.G: En mi concepto, pesa mucho que el cuento está bien escrito y trata una temática que atañe a todo ser humano. De todas maneras, debe quedar muy claro que la selección inicial es solo un paso. El hecho de ser uno de los 50 cuentos seleccionados entre 206, es algo interesante, sobre todo, teniendo en cuenta que es la primera vez que concurso, pero esto aún no es un logro mayor.
Oficina de Prensa: por favor háblenos un poco de su rutina de escritura…
C.A.G: Desde el siglo pasado, he tenido la inquietud de escribir una única novela, solo una; pero, finalmente, acepté el consejo de mi gran amigo (desde la primaria en nuestra vecina “Escuela Anexa a la Normal Superior” y escritor Carlos Eduardo García-Aguilar, de escribir unos cuentos a modo de calentamiento. Para mí, escribir es, ante todo, una catarsis, una gran catarsis. Es dejar aflorar y plasmar ideas, inquietudes, etc., que rondan por el cerebro, para darle cabida a otras nuevas.
Fragmento del cuento “Curiosidad”
“Antes de terminar sus estudios secundarios quiso dejar de estudiar formalmente y dedicarse a leer. Quería llegar a entender qué era el mundo, quién era Él, por qué estaba allí, qué hacer…etc.
Se sentía absolutamente solo y perdido, vacío por completo, sin norte ni horizonte. Pensaba que los libros podían darle una respuesta a su malestar, pues tal vez era la falta de conocimiento lo que le producía esa sensación de intranquilidad tan profunda, omnipresente y agobiante, pero no sabía por dónde empezar.
Fue de la geología a la filosofía, pasando por la historia y la política. Cada que abordaba un nuevo tema, se sentía más y más perdido y, sobre todo, le mortificaba sobre manera la pesadumbre de no tener un elemento claro que le indicase el absoluto grado de verdad de lo que leía. Además, con mucha frecuencia, no entendía absolutamente nada de lo que veía pasar ante sus ojos, más de una vez de manera más o menos mecánica.”
Anexo