OCDE: A pensar la educación superior
Foto: Guillermo Sarmiento Estrada/ Prensa U. de Caldas. |
Con atención y análisis. Así deben ser recibidos los estudios de entidades multilaterales, como el que acaba de presentar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), algo así como el club de los países desarrollados. El documento se denomina La Educación Superior en Colombia y en 350 páginas, observa nuestro sistema educativo desde nueve perspectivas distintas. |
El informe indica que mientras que el gasto total en educación pasó de 7,9% a 7,6%, hemos crecido de una cobertura total en educación superior de 24,5% en el 2002, a un 37,1% actualmente. Confirma también con cifras que el gasto público en educación superior, como porcentaje del PIB, ha sido estable entre el 2000 y 2011.
Esto quiere decir que hemos hecho loables esfuerzos para aumentar cobertura -asunto que reconoce el estudio- con la misma cantidad de dinero, pues en 2002 había 416 mil estudiantes en educación superior pública y hoy son 930 mil, según el informe. Dice también que esta evolución se debe a una mejora en la percepción de calidad de las universidades públicas y su menor costo.
Por otra parte, el documento señala la clara tendencia de ampliar cobertura con recursos del Estado, a través del Sena y del Icetex. En ese sentido, es importante anotar que, en términos de educación superior, una cosa son las universidades y otra el Sena.
En este último se invertía en 2004 el 0,5% del total del gasto público en educación superior y hoy es el 9,1%, mientras que el Icetex pasó en el 2000 del 7,4% al 20%. Entretanto, las universidades públicas tenían el 82,6% del total del gasto en educación superior en 2000 y el porcentaje se redujo al 59%.
El estudio demuestra entonces que ha aumentado el gasto público en la postsecundaria, pero principalmente en el subsidio a la demanda (Icetex) y en formación técnica y tecnológica (Sena). Las universidades estatales hemos perdido participación en el total del gasto en educación superior.
Precisamente, el estudio muestra que el gasto público por estudiante de educación superior en Colombia es del 26% del PIB per cápita, un 3% menos que el promedio de los países OCDE y de América Latina, pero a la vez muy por debajo de otros de alto desarrollo, como los nórdicos, que gastan entre el 33% y el 50%.
Otros datos que llaman la atención son el promedio de lo que paga cada estudiante por matrícula en universidades públicas colombianas, que en 2011 fue de $1 millón 249 mil anual. Es el mismo promedio de Costa Rica, solo que allí todas las universidades son públicas. En la Universidad de Caldas, por ejemplo, el promedio es de $525 mil semestral.
El informe revela que pierde mucho dinero la sociedad colombiana, por la alta deserción: más de la mitad de quienes ingresan a primer semestre nunca se gradúan. La OCDE, con razón, lo atribuye en gran parte a la mala calidad del bachillerato y la primaria.
Sin embargo, su propuesta de aumentar la educación escolar hasta grado 12 quizás de poco serviría si no se logra formación de alta calidad en aquellos años. Recomienda también disminuir la duración real de los pregrados, asunto que debe mirarse con detenimiento.
Acertadamente concluye el estudio que hay que aumentar los fondos destinados a educación superior. Propone hacerlo con más equidad en la distribución de recursos entre las universidades públicas (lo cual puede cambiar dramáticamente la realidad de varias de ellas) y condicionándolos a mecanismos basados en resultados, como la mejora del desempeño en Pruebas Saber Pro, número de graduados, disminución de deserción o diferenciarlos por el tipo de carreras ofrecidas.
Mucha tela queda para cortar luego del informe de la OCDE. Lo cierto es que Colombia tiene que reflexionar sobre el tipo de educación superior que quiere. La respuesta a esa pregunta definirá en un futuro cercano el país que seremos.