En un contexto donde la violencia y el delito son frecuentes, la necesidad de encontrar alternativas efectivas a la justicia tradicional se vuelve crucial. La Justicia Restaurativa Juvenil se presenta como una respuesta innovadora, buscando no solo reparar el daño causado, sino también fomentar el diálogo y la empatía entre las partes involucradas.
Esta perspectiva cobró protagonismo en la reciente jornada de Justicia Restaurativa Juvenil, realizada en el auditorio Tulio Gómez de la Universidad de Caldas, donde expertos y académicos se reunieron para explorar sus implicaciones y potencialidades.
“El núcleo de la Justicia Restaurativa radica en su capacidad para abordar situaciones difíciles a través del diálogo. Este enfoque permite que tanto las víctimas como los ofensores reconozcan el impacto de sus acciones y trabajen juntos para encontrar una solución que sea satisfactoria para ambos. La experiencia en campo ha demostrado que este proceso puede ser más efectivo que las sanciones tradicionales, fomentando un sentido de responsabilidad y reparación”, explica el defensor de Familia, Alberto Pérez Duque.
Uno de los retos más grandes en la implementación de la Justicia Restaurativa es preparar a la sociedad para aceptar el perdón como una herramienta de resolución de conflictos. Pérez Duque enfatiza que este tipo de eventos ayudan a la comunidad a madurar en su comprensión de que la justicia no debe ser solo retributiva. “Esta educación desde la infancia y en las escuelas es fundamental para sembrar las semillas de la reconciliación y el diálogo”, agrega.
“Muchos de los jóvenes que enfrentan problemas legales provienen de contextos socioeconómicos difíciles. “El 90% de nuestros chicos son de estratos 1 y 2, y enfrentan problemas como el consumo problemático de drogas y familias disfuncionales. Estas realidades subrayan la necesidad de un enfoque holístico que considere no solo el delito en sí, sino las circunstancias que lo rodean”, señaló el coordinador de la Ciudadela Los Zagales, José Elkin Sánchez Marín.
A lo largo de su experiencia, los defensores de la Justicia Restaurativa han observado casos de éxito donde los jóvenes han logrado reparaciones significativas. Desde murales y canciones hasta cartas de disculpa, estas expresiones creativas han permitido a las víctimas sentirse reparadas sin necesidad de encuentros cara a cara, lo que demuestra la versatilidad de este enfoque. “Lo importante es que la víctima se sienta reparada y que el ofensor entienda cómo reparar ese daño”, concluyó Sánchez Marín.
La historia de Luis. (Cambiamos su nombre para proteger su identidad)
Crecí en un resguardo indígena en un entorno rural. Desde pequeño, mi vida giró en torno al campo y a las labores que este conlleva. Mis recuerdos de infancia son tranquilos, aunque había una sombra que siempre me acompañaba: la violencia familiar. A medida que crecía, esa violencia se convirtió en una fuerza que me impulsó a escapar, aunque no sabía a dónde.
A los 14 años, empecé a experimentar con el consumo de sustancias. Al principio, no me di cuenta de cómo eso iba a cambiar mi vida. Siempre fui un buen estudiante, pero la relación con las drogas empezó a perjudicarme. Comencé a llegar tarde a casa, perdiendo el control poco a poco. Aunque no viví en la calle, la noche se convirtió en mi refugio y, al mismo tiempo, en mi prisión.
A los 17 años, mi vida dio un giro drástico. Terminé en un internado, un lugar que nunca imaginé que visitaría. Esa experiencia fue un golpe fuerte, y aunque nadie lo esperaba de mí, se convirtió en un punto de inflexión. Allí, empecé a reflexionar sobre mis acciones y su impacto en mi familia. Vi cómo mi madre sufría, y eso me llevó a cuestionar el camino que había tomado.
Gracias al apoyo de educadores, psicólogos y trabajadores sociales, comencé a entenderme mejor. Mi familia, aunque fracturada, fue un pilar fundamental en este proceso. Poco a poco, los lazos se han ido restableciendo. Aún hay cicatrices, pero todos tenemos la intención de avanzar y sanar juntos.
Participar en el evento de Justicia Restaurativa me ha hecho reflexionar sobre lo que he vivido. La conexión con mi familia se ha ido recuperando, aunque con algunos miembros aún hay resistencia. Las víctimas directas de mis acciones fueron mi madre y mi hermano, pero con ellos ya he ido dialogando para sanar heridas. Es un proceso lento, pero lo importante es que ahora estamos enfocados en mejorar y en no repetir los mismos errores.
Si tuviera que definir el sentido de mi vida, diría que se trata de aprovechar los momentos de felicidad y aprender a valorar cada día. He entendido que el cambio es posible y que depende de la voluntad de cada uno. Hoy, me siento más fuerte y dispuesto a ayudar a otros que podrían estar en una situación similar a la que yo enfrenté.
La vida es un camino lleno de oportunidades, y estoy decidido a caminarlo con propósito y esperanza.
Anexo:
-Audio Defensor de Familia, Alberto Pérez Duque.
-Audio coordinador de la Ciudadela Los Zagales, José Elkin Sánchez Marín
-Audio joven mayor de edad, vinculado a la Ciudadela Los Zagales, *Luis.