Recientemente, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, el programa de Doctorado en Ciencias y el Grupo de Investigación Gebiome, de la Universidad de Caldas, invitaron al biólogo colombiano y doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Esteban Uribe, para compartir sus experiencias y saberes en torno a la genómica de la conservación, una línea de estudio que busca reconstruir los árboles evolutivos de animales no modelos, para descubrir su historia e integrarlos, de manera consciente, a nuestro mundo biodiverso.
Juan Esteban viene realizando este trabajo de reconstrucción, a nivel genético o genómico, con insectos, invertebrados marinos y otros grupos animales poco estudiados, a diferencia de los organismos modelos; es decir, aquellos que son comunes y muy referenciados como las vacas o las gallinas.
La Oficina de Prensa conversó con él, acerca de este ejercicio investigativo en el que también participa la Universidad de Caldas con el Grupo GEBIOME, uno de los más importantes en Colombia, gracias a su aplicado trabajo en evolución y taxonomía de garrapatas y sus microorganismos asociados.
Oficina de Prensa: ¿Cuál es el propósito de reconstruir estos árboles evolutivos o filogenias?
Juan Esteban Uribe: Inicialmente, la genómica de la conservación es un tema bastante amplio que puede abordar la vida desde diferentes planos o jerarquías (individual, poblacional, a nivel de especies, comunidad, etc.). Mi enfoque es reconstruir filogenias a nivel especie y básicamente se utilizan para tomar decisiones taxonómicas y biogeográficas que permitan descubrir históricamente cómo estos organismos han llegado a la distribución actual que tienen. Así mismo, estos árboles nos podrían decir en qué especies habría que invertir más recursos de conservación, o por ejemplo, qué plagas o microorganismos podrían afectar la salud de la humanidad.
Oficina de Prensa: es interesante imaginar esos árboles evolutivos con una información completa del pasado y del presente, pero ¿Cómo se llega a esa construcción y qué dificultades tienen para ello?
Juan Esteban Uribe: hace 20 años la genómica era un sueño y solamente se invertían recursos en la línea del genoma humano o de organismos que son más familiares para nosotros. Esto costaba muchísimo dinero y muchísimo tiempo y se requerían cientos de personas trabajando en un solo proyecto. Actualmente, gracias a la tecnología, podemos secuenciar el genoma de un animal, o al menos una representación genómica interesante, en 500 mil pesos. Esto quiere decir que hoy en día podemos repartir los recursos para acceder a un conocimiento más global de lo que es la diversidad y a partir de allí tomar decisiones importantes para la ciencia y para este lugar diverso que habitamos.
Oficina de Prensa: ¿Qué herramientas son las más valiosas para construir estos árboles evolutivos?
Juan Esteban Uribe: en este contexto hay que reconocer el valor que tienen las colecciones biológicas; de hecho, la Universidad de Caldas, tiene uno de los museos más importantes del país. Estas colecciones de organismos que han sido almacenados con unas etiquetas (georreferenciadas, taxonómicamente identificadas, etc.), son un recurso muy valioso de la humanidad, pues muchos de ellos podrían estar extintos. De otro lado, debo mencionar que, últimamente, se está poniendo tedioso el trabajo de campo por temas de permisos y costos, tanto económicos como humanos. Entenderás que estar en altos riscos o en la profundidad del océano, supone unas logísticas muy complejas. Por ello es esencial poder contar con estas colecciones.
Oficina de Prensa: en modo anecdótico, ¿cuál ha sido ese momento especial asociado a la construcción de estos árboles evolutivos?
Juan Esteban Uribe: Hace 7 años, con el Instituto Smithsoniano, de Washington DC, estábamos intentando identificar qué maderas hundidas preferían ciertos organismos en las profundidades del océano. Bajamos unos 300 metros y pusimos varios tipos de madera que dejamos allí por un año (en el fondo de los océanos hay organismos que tienen una condición de xilófagos: comen madera). El propósito de esta inmersión estaba en determinar cuál era la madera preferida de estos organismos, así como sus bases evolutivas y su posición en el árbol de la vida animal. Estar a esa profundidad era como estar en la luna: absoluto silencio y oscuridad; organismos increíbles que no se ven en la superficie. También nos llamaron la atención cientos de botellas en el fondo del océano que no debían estar ahí, pero que hacían las veces de pequeñas cuevas para los pulpos.
Oficina de Prensa: hacia dónde espera llegar con este trabajo de investigación en torno a la genómica…
Juan Esteban Uribe: este es un sueño en colectivo, no personal. La idea es que llegáramos a conocer casi la totalidad de nuestra biodiversidad a nivel genómico y evolutivo. Esto podría ayudarnos a subsanar todo el daño que le hemos hecho al planeta, ¿cómo? pues usando esta información para la toma de decisiones en conservación, control y manejo sostenible de la biodiversidad. Estudiando evolución con la genómica, también podemos ser más conscientes de cómo los eventos históricos del planeta (como cambios climáticos y geológicos) en combinación con el tiempo (miles o quizás millones de años) han moderado todas y cada una de las especies que conocemos, y que no tenemos ningún derecho a interrumpir esta historia ni a desequilibrar la biodiversidad.
En el océano
Anexo: